“Mi web será muy sencilla”. En el momento de pedir una propuesta y presupuesto para su web, algunos clientes hacen esta indicación a su webmaster. Obviamente, lo que están diciendo es que quieren un precio bajo.

1. En primer lugar, no hay que confundir sencilla con fácil, sobre todo si hablamos del diseño de la web y de la optimización de la experiencia de usuario. Crear una web atractiva para el visitante requiere experiencia y esfuerzo creativo, desde luego también si es sencilla, minimalista o tiene muy poco contenido.
2. En segundo lugar, el cliente debe entender que el trabajo inicial para que una web sea operativa es el mismo para una web «sencilla» que para una web muy compleja. Es decir, el hecho de que la web sea sencilla en contenidos y prestaciones, no va a quitar trabajo básico de configuración.
3. Y en tercer lugar: Tras tantos años de diseño y creación de webs, nunca hemos visto una web que tenía que ser muy sencilla que al final lo sea. Y no sólo eso, sino que es la antesala de una web que puede terminar con disgustos para todos.

Lo que sucede es que, a medida que se va avanzando en la web:

• Al cliente se le van ocurriendo nuevas ideas.
• El cliente descubre opciones y prestaciones que antes de empezar obviamente no sabía, y que ahora quiere ver en su web.
• El cliente quiere una web igual que otras que ha visto, en las que se ha invertido mucho más tiempo y dinero.
• El cliente pide más o muchísimo más de lo que la lógica describiría como «una web sencilla».

El problema es que, una vez se ha bajado el precio en el presupuesto inicial de la web, al cliente se le suele olvidar que la condición para ello eran las limitaciones en la web, que afectan al diseño, al contenido y a las prestaciones.  Y cuando su webmaster le recuerda que su web tiene que cumplir estas limitaciones, tiende a ofenderse.